Los hijos o cómo poner a prueba tu matrimonio.

Querida pareja de enamorados, recién casados o no casados, que soñáis con el momento en el que tengáis que darle un nuevo uso a la habitación de la plancha:

No os equivoquéis.

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Tener hijos no es sólo que papá los cargue a hombros mientras mamá los mira y se enarmora y reenamora. Tener hijos trasciende las lágrimas de emoción en el paritorio. Va mucho más allá. Tener hijos no es dar paseos los Domingos por la mañana, ni tener fotos familiares en el hueco de la escalera.

Nos recuerdo ahora con el retoño envuelto en la toquilla de punto y lazos, maquillada  por aquéllo de empezar el postparto sintiéndote mona, y el de los 70´con los ojos ojerosos y de un lado a otro con los papeles para la inscripción en el Registro, pero con aquella sonrisa imborrable y bobalicona, y pienso:! Qué infelices!!

Tres días en casa son ya suficientes para comprobar, aterrados, que el sueño se ha transformado en pesadilla.

Quién lo probó lo sabe.

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De repente NO PUEDES DORMIR. NUNCA.

Te encuentras con los pezones agrietados (con grietas por las que sale sangre y se convierten en costra); con los puntos de la episiotomía infectados, con un bebé llorón a todas horas clavando las encías en esos pezones agrietados, y completamente exhausta.

Y tu marido también: Agotado, perdido y confuso; posiblemente más que tú porque él no se ha pasado nueve meses leyendo el foro «enfemenino» ni los 500 blogs de maternidad que tú tienes entre los favoritos. Él no sabía «qué se espera cuándo se está esperando» ni le ha quedado claro que dar el pecho es «Un regalo para toda la vida». Así que él, aún más que tú, no entiende nada.

Durante estos primeros meses, los cambios y la vida se tornan tan brutales, bestiales que no reflexionas; no piensas ni añoras. Te centras en sobrevivir. En salir adelante. Sufres una regresión a tu ser primitivo y te contentas con comer o sentarte en el sofá el rato en que viene tu madre y te coge al bebé.

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El tiempo va pasando y el cansancio, la inseguridad y la presión se van expandiendo como una plaga en las neuronas de tu cerebro.

Él vuelve al trabajo y cuando llega por la noche se encuentra en el salón a una persona inescrutable. Con los ojos hinchados  y con la vacuidad que deja la derrota. En la cocina los platos sin fregar; la bañera llena y las toallas en el suelo; las ropas en las sillas y la lavadora sin poner.

Son casi las once de la noche y, mientras ella espera de él compasión porque no ha podido ducharse en tres días y se siente absolutamente odiosa, él se muere de hambre porque desde las 14.00 horas en que pudo racanear del plato un filete de pechuga mientras sujetaba al bebé, no ha comido nada.

Ceda quién ceda, habrá un herido.

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En esta tesitura no es nada difícil que la relación de pareja quede enquistada en el reproche: «No te imaginas el día que he llevado en el trabajo»; «Yo no me he podido sentar ni cinco minutos..»

Y vuestro buen hacer empieza medirse por las veces en que cada uno se despierta por la noche.

Cuando decidís destapar la caja de pandora, comprobáis compungidos que no sois los mismos. Y cuesta aceptarlo.

No; no somos los mismos. Probablemente nos reímos menos; somos menos despreocupados; incluso menos ágiles desde el punto de vista del ingenio. Menos cariñosos, seguro. Menos sexys, por descontado. Menos pasionales y menos modernos.

¿Cómo vamos a serlo? La vida se ha precipitado por el embudo de la responsabilidad de los niños y el trabajo. Toda tu energía, tu tiempo y, lo que es sin duda más importante, tu capacidad de concentración, está dedicada a sus necesidades; las del trabajo y las de la casa. Pagar las facturas; qué van a comer; qué se van a poner; ¿tenemos ropa limpia?; hace falta comprar fruta; hay que hacer algo con esos celos…

En algún lugar que hemos dado en llamar «más adelante» se aglutinan las conversaciones inacabadas; interrumpidas por un llanto; un conflicto o la dictadura del reloj.

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Y con la seriedad de la carrera, cómo no contemplar la posibilidad de abandonar, o de lesionarse.

Y sin embargo, por paradójico que parezca, yo creo que el reto es revelador. Transformador. Una dimensión paralela que me resultaba ajena, oculta, antes de que llegara El Leñador.

Esa nueva dimensión también se proyecta sobre la relación de pareja. Hay una complicidad; un secreto; una vivencia límite y salvaje que sólo vosotros dos conocéis. A veces hay un miedo cruel; otras un júbilo indescriptible; a veces extenuación y otras gratitud; pero en cualquier caso, sólo a los dos se os revelan de modo tan similar.

Como en todo, se avanza combatiendo; pero no contra el otro, sino junto a él. Y cuando se dispara el fuego amigo, la paciencia, la comprensión y el perdón, refuerzan las tropas.

El humor es el arma estrella: Capaz de derrotar hasta el más temido de los adversarios. Si aquél día en que te levantas por la mañana y no hay ni un solo calzoncillo para ponerle a tu hijo, en vez de montar en cólera con tu pareja porque se ha olvidado de poner la lavadora, simplemente os miráis y os echáis a reir, porque sólo vosotros dos sabéis que con la semana de trabajo, ocupaciones y obstáculos que habéis tenido que superar, es una proeza que sólo os hayáis olvidado de la lavadora, entonces la recriminación y la distancia, quedan reducidas a escombro.

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Y, por supuesto, querida pareja que os representáis vestidos en peto vaquero eligiendo el papel de la habitación, dejad de mirar películas de Hollywood*. Eso no os va a hacer ningún bien. La realidad es otra distinta… Mucho peor y mucho mejor. Mucho más real.

* Yo, que soy una devota del 7º arte, tengo por ahí algunos títulos que me parecen muy altamente recomendables y que tratan precisamente, el tema de las relaciones de pareja, pero de un modo real.  Me propongo irlos recopilando y escribir un post.

CUENTOS PREFERIDOS, BY LEÑADOR

Bienvenidos y bienvenidas:

Al leñador le gustan los cuentos. Le encantan, de hecho… Y saben lo que les digo? Que menos mal!! Teniendo en cuenta su ascendencia genética, tenía un 50% de probabilidades de que le gustara la lectura y otro 50% de que lo más parecido a la literatura que pasara por sus manos, fuera la contraportada de las cintas de DVD del videoclub…

Por mi parte, si hubiera renegado de las historias impresas me hubiera sentido bastante frustrada, para qué les voy a engañar… Como si le diera por aficionarse al reagetton (tengo mis dudas de que se escriba así, pero para lo poco que voy a utilizar esta palabra en mi vida, tampoco me voy a molestar en buscarla…) o terminara conduciendo una moto de cross.

Cada noche en mi casa se libra una ardua negociación en torno al número de cuentos que vamos a leer… Generalmente lo hemos estandarizado en unos tres; el cuarto vendría a ser el de la negociación… El que estoy dispuesta a ceder pero no se lo hago saber.

Pero claro está que el Leñador tiene sus propios gustos en cuanto a literatura se refiere… Y como las pasiones son como son, casi cada noche terminamos leyendo los mismos.

A continuación les voy a indicar algunas de los que han sido sus lecturas preferidas desde que comenzara a interesarse por ellas y hasta la actualidad.

I.- PRIMEROS CUENTOS

1.- ¿Qué sonido es ese? Animales. De la editorial YoYo: Una apuesta segura. Como su propio nombre indica ya, un libro con los sonidos de los animales.

Al Leñador le encantaba escuchar los sonidos e imitarlos y muy pronto comenzó a memorizar los nombres de los animales.

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2.- ¿Dónde está el bebé tigre? Este cuento fue todo un Hit… La familia Tigre salía de viaje, pero el bebé tigre había desparecido; había que buscarlo por todo la casa. Además de ser un libro con sonido, tenía puertas que abrir, sábanas que levantar, buzones que destapar lo que mantenía al leñador muy pero que muy atento.

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3.- Números, de Combel: Un cuento muy sencillo con números, animales y texturas: Un elefante liso, dos caracoles en espiral… Al leñador le gustaba mucho experimentar con las texturas.

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4.- ¿Dónde vives, Caracol? De Peter Horacek: Un cuento muy sencillo, con unas ilustraciones muy bonitas que capta la atención de los pequeños.

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5.- VIOLÍN, COCODRILO Y LUNA, de Antonio Rubio y Oscar Villán, de la Editorial Kalandraka:

Podría decir que han sido sus preferidos de más pequeño. Están pensados para contarlos entonando y contienen todo lo que resulta atractivo a cortas edades: Ilustraciones muy sencillas y básicas, muy representativas; repetición, acumulación, rima…

El de LUNA lo considero un básico. Raúl nos pedía que se lo contásemos una y otra vez..

El del violín ha sido su compañero durante mucho tiempo porque le permitía imitar los sonidos de los instrumentos musicales, que son una de sus pasiones.

El de cocodrilo es muy útil para empezar a introducir los colores.

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6.- El Pollo Pepe de Nick Denchfield: Un cuento con Pop Up que resultaba muy divertido y sorprendente para los niños. Me gustó especialmente este cuento porque es de los que tienen un desarollo sencillo que permite que sean los propios niños los que lo cuenten solos.

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II.- CUENTOS ENTRE DOS Y TRES AÑOS:

1.- Chica Chicha Bum Bum de Bill Martin Jr: Un rítmico cuento sobre el abecedario. Los sonidos que se emiten y el reiterar la onomatopeya «chicka chicka bum bum» les encanta… Un libro para contar casi cantando.

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2.- La Pequeña Oruga Glotona, de Erik Carle: Un clásico!! Al Leñador le encantaba enumerar todos los comestibles que aparecen en el cuento y descubrir como la oruga pasaba de ser pequeñita a ponerse muy gorda y, después, convertirse en mariposa!!

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3.- Presiona Aquí, de Hervé Tullet: Otro clásico y una delicia de cuento. Un libro interactivo en el que el niño participa en la narración determinando el transcurrir de los acontecimientos e interviniendo en ellos. Divertido y sorprendente.

4.- La cebra Camila, de Marisa Nuñez: Durante largo tiempo este cuento fue requerido cada noche por el Leñador. Me parece un cuento precioso, con un vocabulario muy rico y variado pero también con recursos como la rima, la reiteración y la acumulación que permiten entonarlo, dándole mucho dinamismo y musicalidad.

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5.- A qué sabe la luna? De Michael Gregnieck: Aunque su lectura está recomendada a partir de 5 años, al Leñador siempre le gustó mucho este cuento. Es una preciosa moraleja sobre la amistad, la cooperación y el trabajo en equipo. El Leñador se mantiene siempre muy atento para ve qué animal viene a construir la torre que permita llegar a la luna…

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6.- MAMÁ; De Martina Ruiz Johnson: Una belleza de cuento que explica la vinculación de la mamá con su hijo desde el embarazo, parto, crianza… Con unos versos en rima realmente tiernos y con unas ilustraciones preciosas y muy poéticas… A Raúl le encanta este cuento y, la verdad, a mi también!!

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7.-¿ADIVINA CUÁNTO TE QUIERO? Clásico entre los clásicos!! Una obra preciosa muy adecuada para enseñar la expresividad del cariño, el afecto y el amor, y que si cuentas recreando los gestos de las liebres color de avellana, resultará altamente divertido para los niños!

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8.- LA PEQUEÑA LOCOMOTORA QUE SÍ PUDO, de Watty Pipper. Me parece un cuento muy pero que muy completo… No conseguíamos encontrarlo en castellano, así que finalmente nos hicimos con uno de segunda mano, una edición bastante antigua e incluso algo roto, y en español latino (creo que por todo eso le tengo especial cariño). No obstante me parece un libro perfecto para enseñar a los niños diversos conceptos desde científicos (cómo rueda un vehículo con ruedas cuando hay una pendiente o una inclinación hacia abajo), de lenguaje (el libro cuenta con un rico vocabulario y muchas enumeraciones y, además utiliza distintos tonos y expresividad para los personajes) y hasta emocionales (albergando un mensaje sobre la superación y a confianza en uno mismo).

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9.- POR CUATRO ESQUINITAS DE NADA, de Jerome Rullier: Un cuento también muy completo pues muestra nobles valores como el de aceptar las diferencias; el diálogo; la amistad… Y lo hace a través de formas geométricas en una narración que se agradece por su sencillez.

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10.- BUENAS NOCHES, LUNA; de Margaret Wise Brown: Puede ser uno de mis más favoritos. Es un cuento para dormir; escrito ni más ni menos que en 1947 y que, desde su publicación, ha sido leído por millones de niños antes de irse a la cama y es uno de los 100 libros más vendidos de la historia. El protagonista del cuento se despide de todos los objetos y personajes a su alrededor antes de irse a dormir. La rima, el tono descriptivo, la adjetivación, los colores y los planos… El cuento consigue crear un clima de relajación y el niño se concentra en recordar los detalles de la habitación. Además tiene dos partes que al Leñador le resultan sorprendentes e impactantes: La viejecita tejiendo que dice «sssch no hables» y el «Buenas noches, Nadie».

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Me queda contarles los cuentos que ahora mismo más demanda El Leñador, pero no quiero que esta entrada me quede demasiado larga, así que lo dejaré para una segunda entrega.

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Espero que les haya sido de utilidad.

Feliz Semana!

Weekend, weekend!!

Algo está aprendiendo muy bien el Leñador. Una cosa sí le estamos transmitiendo de forma clara y eficiente… Y esa cosa no es otra que la devoción por el tiempo libre; por el leisure time que dirían los ingleses.

Tanto es así que el muy gañán sale de la guarde los viernes luciendo la sonrisa de regocijo de quien se siente, siquiera de forma provisional, lejos del peligro, y, una vez que alcanza una razonable distancia de seguridad, alza el puño y, a modo de consigna, grita: WEEKEND, WEEKEND!

Pronto empieza… (Dios, permítenos pasar de la niñez a la madurez sin atravesar la adolescencia).

Y no podía ser de otra forma. El de los 70´y yo no podemos contener la emoción de sabernos en Viernes. Y si se nos presenta uno de esos fines de semana en que ni el uno tiene bodas que amenizar o conciertos que representar; y la otra no tiene plazos que finalizar o señalamientos que preparar, entonces tocamos el cielo con la punta de los dedos.

El Leñador nos miraba asombrado trasmutar de la histeria y la desidia al gozo y al alborozo, hasta que dejó de ser espectador y decidió unirse al a la fiesta.

Los Weekends, Weekends en la familia «patare» podrían clasificarse en dos tipologías antagónicas entre sí pero igualmente satisfactorias: Por un lado los fines de semana de puro relax; que se componen de arroces y asados de las abuelas, siestas a tutti pleni, alguna cerveza con calamares y dos o tres películas del videoclub, y, por otro, los fines de semana de mochila al hombro; con sus viajes, sus siestas en el carricoche y sus tres o cuatro mudas de ropa diarias.

No sabría decir cuáles son mis favoritos ni pueden existir los unos sin los otros. Se necesitan, se complementan y se compensan.

El pasado fin de semana empezó el Viernes por la tarde. El de los 70´y yo teníamos bodorrio de unos amigos y aprovechábamos que era en Murcia para quedarnos hasta el Domingo y castigar así nuestros cuerpos devastados por una semana poco amable, con noches cortas y días eternos.

La sobremesa se me convirtió en una carrera contrarreloj para preparar maletas (un día escribiré sobre cómo preparo la maleta del Leñador. Es una ruleta rusa; si te olvidas de piezas imprescindibles, dígase chupete… PUM… Estás muerta); decidir (sí, siempre a última hora) qué iba a ponerme (ardua tarea con la barriga que luzco), dejar que el Leñador me manosee los pechos durante al menos diez minutos después de despertarse de la siesta hasta que vuelve a ser persona, darle la merienda, cambiar pañales (fueron tres), vestirme, maquillarme y conseguir en casa un orden relativo que evitase que el Domingo, cuando llegásemos con la única idea en mente de coger la cama, pareciera ésta un campo de minas.

A las siete cuando llegó el de los 70´, aunque bien hubiera pagado 200 Euros por que me llevaran a la cama, estábamos listos los dos. Lo habíamos conseguido.

El Viernes por la noche mi hermana blogger y mi cuñado accedieron a quedarse con el peque después de que no les hubiéramos dejado otra opción. Me consta, sin embargo, que ambos son felices con estas experiencias de paternidad ocasionales, breves e indoloras.

El de los 70´y yo, como si nos metiéramos en un túnel del tiempo, nos fuimos SOLOS a disfrutar de  buena compañía, buena comida y música en directo. Como diría un clásico (Cristiano Ronaldo): «staba felizs».

La boda fue estupenda y cuando nos dirigíamos a las 4 de la mañana al lugar donde nos alojábamos, flotábamos sobre la paz de la conciencia de que no iba a estar el Leñador para despertarnos a media noche pidiendo agua, la mano de mamá o cualquier otra de sus extravagancias.

Maldito reloj biológico o como quieran llamarlo, que nos sacó de la cama antes de las 9.30 de la mañana. Y ya que estábamos, desayunábamos fuera y nos íbamos a ver a Raúl. El muy canalla sabe hacerse de añorar.

Desde ese momento hasta las 22:00 de la noche del Sábado, en que nos recogimos para acampar en «casa Moka», el día transcurrió entre carreras, columpios, limones convertidos en pelotas, dos cambios de ropa para el Leñaodor y uno para una servidora (cuya barriga es blanco de cada alimento sólido o líquido que ingiero), risas, ideas chorras auspiciadas por mentes colapsadas y cuerpos arranados y excesos gastronómicos.

La guinda, como de costumbre, la colocó el de los 70´ en el pastel. Durante una hora lo esperamos, empeñado que estaba el pobre en coger un autobús para solucionar una incidencia, y, cuando, a la hora, llegó, ni había solucionado la incidencia ni había satisfecho su deseo de pasear en el transporte público. 45 minutos había estado esperando el infeliz y ni rastro del Rayo 14´, que al parecer andaba protestando por no se qué recorte salarial. No te preocupes, cielo, otra vez será. Cogeremos un autobús y de los más grandes.

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Primera parada del Sábado en el parque.

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La Plaza del Cardenal Belluga, que es uno de mis sitios favoritos de Murcia, y en la que mi hijo se desquitó de la frustración de vivir en un piso de 50 metros cuadrados. Bendita amplitud de espacio!!

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Haciendo amigos:

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Y trastadas con los amigos. El lenguaje de la travesura, es universal!

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Y chismes de hermanas… Que me hacen sentir de vuelta a la habitación que compartíamos en casa de nuestros padres; a cuando siempre tenía que esperar a que  se durmiera para apagar la luz.

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Ésto es lo que sucede cuando una pretende tomar una foto de familia interrumpiendo el momento de juego del Leñador. Eso es Sagrado. No hay nada más importante en el mundo  que correr y revolcarse por el suelo.

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Como él mismo diría: ze va… Y esta cara se nos queda.

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El Domingo por la mañana, con motivo del 100 aniversario de la Universidad de Murcia,se organizaba un paseo en bici por la ciudad en el que con gran entusiasmo participaron mis dos hombres.

Ver la cara de puro disfrute de mi hijo era morir de amor:

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Bueno, la del padre no se queda atrás, como fácilmente pueden comprobar.

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Tan bien se lo pasaba, que al llegar a la Meta nos brindó un baile de agradecimiento de lo más pintado:

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 IMG_7421IMG_7418Ésto se acerca bastante a un moonwalker en toda regla.

Terminamos como lo empezamos: En buena compañía.

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A noche de Miércoles, se me revela que hay opción a la esperanza.

En cualquier caso, mi marido suele decir (y es una de sus sencillas reflexiones que me sorprende y me cautiva) que estas vivencias resultan nefastas para el cuerpo pero altamente gratificantes para la cabeza.

Estoy de acuerdo.. Un poco más agotada, pero de acuerdo.

PD.- Las fotos con mejor resolución (fácilmente identificables, son por obra y gracia de mi hermana la Blogger.

Los últimos tiempos : Septiembre 2015

A veces, sentarse a repasar la galería del móvil nos ayuda a reconciliarnos con la rutina. Yo disfruto de esta posibilidad que nos brindan las nuevas tecnologías de poder paralizar el tiempo y el espacio en un segundo, capturando imágenes que nos trasladan a experiencias vividas.

Aquí les dejo algunos retales de esa bendita rutina.

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Un paseo por la Calle Mayor de Caravaca de la Cruz

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Y una vuelta en coche..

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Tardes en el parque

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Paseos por las Fuentes del Marqués

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IMG_6345Visitas a la capital, y más parque

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Juergas en interio

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Y paseos en bici.

Visto así, no está nada mal.

Feliz Jueves!!

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