Señores del Instituto Nacional de Estadística que han iniciado los trámites para sancionarme con la cantidad de 130 Eurajos, por haberme retrasado en el envío de información solicitada; déjenme decirles algo:
Me hago cargo de la utilidad social de su labor, y también de la oportunidad de fijar plazos a los requeridos, como única forma posible de cumplir con sus objetivos y finalidades.
Háganse cargo Ustedes, no obstante, de que soy abogada (ya lo saben, porque lo ponían en el formulario) y madre. De dos niños pequeños: De tres-casi-cuatro y uno-casi-dos años, respectivamente. Y de que soy autónoma.
Déjenme decirles que mientras Ustedes me requerían, el TSJ me emplazaba para formular demandas; que en los quince días sucesivos a recibir su notificación he tenido varios señalamientos; unas cuantas citas, reuniones que atender, comunicaciones que redactar, llamadas que devolver… Infinitos e mails que contestar.
Déjenme decirles que he estado enferma; con un virus del demonio. Y que mi hija también lo estuvo primero, y que mi hijo estuvo después.
Háganse cargo, por favor, de que mi hijo ha tenido que preparar su concierto de villancicos del Conservatorio; de que teníamos que ensayar todos, todos los días.
Quiero decirles que ha sido el cumpleaños de mi abuela. Que ha cumplido 94, y que había que celebrárselo. Porque 94 no se cumplen todos los días.
Sepan también que tengo cierta conciencia respecto de aquello en lo que quiero que los niños inviertan el tiempo. Que les puedo poner la tele cuando llego a casa para secuestrar toda actividad cerebral y, consiguientemente física, de sus masas grises y seguir trabajando, cumpliendo trámites; atendiendo requerimientos administrativos o recopilando datos, pero que no quiero.
Quiero que sepan que cada Viernes me he llevado la maleta del trabajo a casa. Y que lo detesto. Que casi no recuerdo la sensación de dejar el PC en la mesa del despacho; cerrado, apagado, y largarme. Solo con el bolso. Sin la carga; la física y la otra. Con horas por delante.
Me gustaría que supieran que cada semana mis suegros, mi madre, mi marido y yo tenemos una cumbre para organizarnos la semana. Que a veces, incluso, tenemos que pedir refuerzos a mi hermana y cuñados. Y que seguimos una férrea disciplina. Sin fisuras. Con plan a, b y c.. Porque todos tienen compromisos, trabajos, requerimientos y burocracias a las que atender.
Quiero que sepan que no encuentro el hueco para hacer deporte; y que me duele la espalda.
Que viajo cada día más de una hora y media y, últimamente me revuelvo en el asiento frente al volante, porque así, sentada, no puedo acudir al Registro de la Propiedad ni comprar los plátanos que se han acabado en casa.
Aunque me da vergüenza, déjenme que les cuente que tengo las cortinas del salón en la colada desde hace dos meses. Y que la lámpara del baño sigue sin poner. Y que a mi hija pequeña le llevo el babi a la guardería una semana sí y otra no… Porque si entra en el cubo de la ropa sucia un Viernes, no sale de ahí hasta el Sábado siguiente.
Déjenme decirles que mi marido ha trabajado mañana y tarde, y a veces noche.
Les quiero contar que NO ME DA LA VIDA. Les quiero decir que muchos proyectos personales y otros tantos profesionales se me acumulan en la parte trasera de la agenda, donde va lo que no es PARA YA. Que es casi todo; casi todo lo que no tiene que ver conmigo.
Y, entiéndanme, Señores del INE, no pretendo victimizar mi posición; lo que quiero es que de su parte, se hagan cargo. De la suya, y de todas las partes.
Y así las cosas, Señores del INE, ruego acepten mis disculpas. Las que también tengo que pedir a las «seños» de la guarde de mi hija por no haber llevado aún la ropa para la fiesta del Viernes; por retrasarme una semana en conseguir una pandereta para el villancico. Las mismas que tengo que pedir a mis amigas por no contestar a los What´s App.
Y les pido que no me sancionen. Que se hagan cargo de que es Navidad y tengo que pagar peaje y aduana para tres Reyes Magos con sus Pajes y sus Camellos; y que algo les tendré que poner para cenar. Me han dicho que son de buen comer.
Quizás, en sus mentes de estadistas, pueden concluir que, estadísticamente, las mamás y papás que trabajan dentro y fuera de casa, emplean una media de entre 30 y 45 días en responder a sus requerimientos… Y quizás, haciéndose cargo, puedan establecer plazos más flexibles, o generosos.
Señores del INE, si me tienen que sancionar, háganlo, pero por favor, háganse cargo de que NO ME DA LA VIDA.