NORMAL DAY… LET ME BE AWARE OF THE TREASURE YOU ARE

«Normal Day, let me be aware of the treasure you are. Let me learn from you, love you, bless you before you depart. Let me not pass you by in quest of some rare and perfect tomorrow.Let me hold you while I may, for i may not always be so. One day I shall dig my nails into the earth, or burry my face in the pillow, or strech myself taut, or raise my hands to the sky and want, more than all the world, your return»

Que vendría a ser algo así como:

Día normal, permíteme ser consciente del tesoro que eres. Permíteme aprender de tí, amarte, bendecirte antes de que te marches. Permíteme que no te deje pasar de largo en busca de un mañana raro y perfecto. Déjame abrazarte mientras pueda porque puede que no sea así siempre. Un día, puede que clave mis uñas en la tierra, o entierre mi cabeza en la almohada, o me yerga tensa o alce mis manso al cielo y pida, más que nada en el mundo, tu vuelta…»

Es una cita muy conocida de Mary Jean Irion y, para mí, absolutamente acertada y completamente reveladora.

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Cuando la escuché por primera vez, vino a mi memoria un fragmento del guión de la película argentina «NO SOS VOS, SOY YO» que me hizo reflexionar en su momento. Se trata del momento en que el psicólogo que está atendiendo al personaje interpretado por el actor Diego Peretti, le dice:

«En la vida hay días buenos. Pocos. También hay días malos; por suerte también pocos. Y el resto, la mayoría, son días normales.»

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No puede ser más real. Si me detengo a mirar a lo largo de mis 31 años de existencia, me doy cuenta de que los días en que han sucedido acontecimientos maravillosos (cuando conocí a mi esposo, me hice mis respectivos test de embarazo, nacieron mis hijos, aprobé el último examen de la carrera, creé mi despacho, me casé…)  no son muchos, considerados en cómputo global. Ni siquiera son muchos los días en que, no habiendo sucedido cosas maravillosas, he recibido una buena noticia o ha transcurrido el día sin contratiempos y me he mantenido alegre y relajada a lo largo de todas sus horas.

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Por suerte, tampoco son muchos (por suerte, menos todavía, o menos presentes en mi memoria, al menos) los días en que ha sucedido algo terrible en mi vida; o los que, sin haber sucedido algo terrible; han estado llenos de contratiempos, malas noticias o momentos no deseables.

La mayoría de mis días, según lo veo, han sido una reiteración de actos propios de la rutina, en los que se ha hecho el camino al andar. Han ido llegando sin grandes sorpresas, con sus instantes de bienestar y sus momentos de malestar. Con quejas y, desgraciadamente, como consecuencia de mi condición de Abellán, menos alabanzas de las que hubieran sido oportunas; pero en lo que hoy interesa, en la absoluta IGNORANCIA del tesoro que han supuesto.

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El regalo de póngase Dios (el que gusten) o la fortuna, que suponen los días que no he pasado ingresada en un hospital enferma o, peor aún, acompañando a alguno de mis seres más queridos. El tesoro de los días normales en los que el «qué vamos a comer hoy», sólo me ha preocupado en el sentido de preguntarme si mi hijo se comerá las patatas así, cocidas. Los días normales en los que he llegado a casa en una tarde de frío y me ha reconfortado el calor de mi hogar; días normales en que he aprendido cómo se anuda una corbata o he conocido la última Jurisprudencia europea en materia de sustracción internacional de menores… El absoluto presente que han supuesto los días más normales de todos; en los que he comido alrededor de una mesa junto a mi marido, mis hijos, mi familia, o me he reído a carcajadas con mi hermana.

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Aquéllos dichosos días normales en que me levantaba e iba a la universidad, estudiaba, aprendía y conocía a gente maravillosa, como a mi amiga la Crack, que más pronto que tarde daré a conocer en este blog… Los días normales en que tomaba café con amigos o veía una película en el cine.

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Días normales en que me he apasionado con una canción o he llorado de la emoción leyendo un libro. Días normales de risas y enfados, en los que me he estresado con el trabajo por hacer, o me ha cabreado la mala baba que se gastan algunos.

Y, sin embargo,  días normales que en su transcurso me han pasado completamente inadvertidos. Que incluso, en alguna ocasión, me han conducido al hastío de la monotonía y han despertado mi desprecio, mientras soñaba con otros días, otros lugares, otros momentos. Una casa más grande, un trabajo más cómodo, unos hijos más dóciles, un marido más atento…

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Y hoy, que vengo en ser consciente de la dicha que suponen; del regalo que representan los días normales de mi vida, con los personajes que implican y los escenarios en que se desarrollan, quiero exclamar que !Bendita rutina la mía! y que quede así, documentado, para cuando vuelva a perder de vista el tesoro que son los días normales.

3 comentarios en “NORMAL DAY… LET ME BE AWARE OF THE TREASURE YOU ARE

  1. A menudo no prestamos atención a esos días normales, cuando son el germen de los días extraordinarios. Porque las pequeñas cosas que hacemos día a día siempre dan su fruto. Un post precioso el de hoy. Vamos a vivir con intensidad los días normales, a disfrutarlos!

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