LA DOLCE VITA

Desde hace ya unos días, con los 35º a la sombra de nuestra Murcia querida, las prisas que le entran a todo el mundo cuando Junio avanza inexorable y la declaración de la renta aún por hacer, sólo puedo pensar en algo; en una sola cosa… Exacto: Vacaciones… Tal como te las imaginas antes de que acontezcan (que luego todos sabemos que no son para tanto cuando pasas de los 26 años); con la playa de La Manga del Mar Menor convertida en mar del Pacífico; con las cervezas del chiringuito, piel quemada con piel sudada con el hombre de la camisa abierta, como si fueran cocktails de coco o mango, con noches en camas queen size y sábanas blanquísimas, que luego resultan ser un colchón en el suelo y pinzas sujetando las cortinas para que no entre la luz a las jodidas seis de la mañana…

Ayyy!! Sean como fueren, vacaciones al fin y al cabo. En las que sólo miras el móvil un poquito para echarte selfies y para poner un buen filtro a los calamares a la plancha que te vas a jalar; en las que comes sin complejos y sin culpabilidad y puedes tardar dos horas y media en desayunar…

No hace falta que diga que desde que uno tiene hijos las vacaciones son otra cosa; ni mejor ni peor… Otra cosa (vamos que se parecen poco a vacaciones).

Seamos honestos: Por lo que a adultos estrictamente respecta, claro que son peores, lo que pasa es que los padres tenemos esa ridícula manía de disfrutar con el gozo de nuestros hijos; aunque nos arrastremos empapados en sudor los 15 minutos que nos separan de la playa, tirando del carricoche en una mano, del cubo con las palas en la otra, y con el hijo colgado del cuello…

Pero hoy, hoy queridos y queridas, me voy de vacaciones  junto al de los 70´. En un viaje del recuerdo que me lleva a 2012, y me lleva a Roma y a la Toscana…

Poco voy a decir de Roma que Ustedes ya no sepan… Que es una ciudad increíble; majestuosa y narrativa… Es una gozada experimentar la historia a través de sus calles y sus monumentos y que, de repente, cobren vida los libros que estudiábamos en el Instituto.

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Además, Roma estará en mi corazón eternamente vinculada a mi padre que la visitó casi una decena de veces y que siempre le supieron a poco. En algunos de esos viajes le acompañé. Recuerdo uno especialmente en el que a mis 21 años compartimos los tres habitación. Llovía a cántaros en Ciudad del Vaticano; mi madre, mi padre y yo nos cubrimos con chubasqueros fosforitos y con toda la pinta de teletubbies, ni un solo taxi quiso parar a recogernos.

Como de Roma todo está dicho, escrito y filmado, me limitaré a  recordarles que uno de los paseos con más encanto es el del Barrio del Trastevere en el que me comí los mejores spaguetti carbonara que haya probado jamás!

Tras unos pocos días en Roma, pusimos rumbo a la Toscana. Nos alojamos en una casa encantadora en FOIANO DE LA CHIANA, un municipio de la provincia de Arezzo con menos de 9.000 habitantes y con unos de los Carnavales italianos más antiguos y reconocidos.

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Encontramos el alojamiento a través de esta página web. Nuestros anfitriones eran una familia muy amable y hospitalaria. El padre es agente inmobiliario de propiedades de lujo en La Toscana y nos dio muchos consejos sobre dónde ir, qué comer o qué comprar.

Empezamos nuestro recorrido en CORTONA, donde les puedo aconsejar visitar el Museo Diocesano para contemplar La Anunciación de Beato Angélico, y el Duomo.

De allí nos fuimos a comer a un lugar  que nos descubrió nuestro anfitrión y que no puedo más que recomendarles a todos Ustedes: LA TORAIA (No, desde luego, si por cualesquiera razones no comen carne).

La Toraia es un rancho-establo reconvertido en restaurante en el que sirven una carne de chianina deliciosa, tienen una amplia selección de vinos y un ambiente relajado y tranquilo. Allí nos comimos un Bistecca alla Fiorentina que aún puedo saborear si cierro los ojos… (Oh Gosh es la una de medio día y estoy embarazada… Soy capaz de mandar al de los 70´a la vieja Italia a por uno de ésos…)

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Como ven, de los pastos a la mesa.

Por la tarde paseamos por AREZZO, el pueblo que todos recordarán de la entrañable película La Vida Es Bella de Roberto Benigni y en el que resulta visita obligada La Basílica de San Francisco donde se pueden ver los frescos «Leyenda de la Cruz» de Piero de la Francesca.

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Y una curiosidad que me fue ilustrada por mi querido esposo: Allí nació Guido de Arezzo, un Señor muy importante en la historia de la música porque creó el tetragrama (precursor del pentagrama y de la escala diatónica).

El segundo día, después de desayunar viajamos hasta San Gimignano, un lugar bastante turístico aunque bien justificado. Es un pueblo medieval y amurallado que se asienta sobre colinas toscanas. La verdad es que si no hubiera sido por los cientos de turistas que pululaban por sus calles de piedra, habría sido como viajar al medievo.

Además, tienen «la mejor heladería del mundo»; y, como mostrarán las imágenes a continuación, doy fe de que los helados están de escándalo:

IMG_0890 IMG_0898 IMG_0897 IMG_0902 IMG_0906No se crean que no me da vergüenza poner tremendo fotograma, pero me parece la mejor forma de hacerles salivar con los helados artesanos…

Finalizamos el día sin apearnos del Medievo en otro pueblo amurallado; MONTERRIGGIONI, en la provincia de Siena. Para mí, una visita altamente recomendable. Sin grandes lugares de interés pero con un encanto especial. Ajeno al mundo que queda fuera de sus siete altísimas torres, parece que Monterriggioni ha resistido al paso del tiempo y de la globalización. Vamos, que a una le entran ganas de enfundarse un vestido de época y una malla en el pelo, y sentarse junto a la fuente a esperar a los vasallos que retornan de los feudos.

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Al acecho del libro antiguo…

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Y como no quiero pecar de pesada ni de detestable (ya se que a finales de Junio hablarles de idílicas vacaciones me puede valer sus más profundos odios) hasta aquí mis vacaciones del recuerdo. Pero como aún me quedan sitios espectaculares a los que teletransportarme, les advierto que….

…. TO BE CONTINUED…

GUESS WHAT

 

Esperamos un nuevo miembro en la familia!!!

 
Aún es muy prontito, pero para mí es casi imposible disimularlo a estas alturas; a no ser que declare que me he abandonado a los litros de cerveza en la hora del almuerzo.

Estoy entre feliz y bastante acojonadilla a partes iguales (bueno, algunas veces más acojonadilla).

Podría decirles que me voy haciendo a la idea, pero no es cierto. Más bien me voy deshaciendo a la idea. Esa técnica me funciona mucho mejor para encarar la nueva situación sin plantearme la fuga o el suicidio (😂😂😂).

En un rato en el que no me encuentre con la cabeza en el wc, en plan avestruz, les contaré más cosas sobre este embarazo; de momento les adelanto que el de los 70 quiere que sea niña y que el leñador le da besos a la barriga, inconsciente el pobre de la que se le viene encima!!!

¿A QUÉ DEDICA EL TIEMPO LIBRE?

En esta Santa casa tenemos instaurado el descanso a turnos. Mis clientes  me dan los buenos días con familiaridad, mientras mi familia lo único que encuentra de mí por la mañana es el olor a Coco Madmoiselle que dejo en la entrada.

El de los 70´se toma el café en la puerta del trabajo y para cuando vuelve a casa me encuentra desvencijada en el sofá, absorta, extasiada incluso para articular palabra; como si hubiera sobrevivido a una abducción alienígena.

Esto es así cada día de nuestra semana:

Llego a casa a mesa puesta y el de los 70´no me deja ni quitarme los tacones; el tiempo justo de ingerir los alimentos y levantar la vista del plato, únicamente para comentar algo especialmente reseñable, como que se ha acordado de comprar pan; que el leñador ha depuesto en consistencia blanda, o que Pearl Jam anuncia gira americana.

Un beso de ahí te quedas que me voy y mi esposo nos recoloca, con un un portazo, en la rutina de darnos los recados a través del whatsapp.

Cuando por fin me recorre la espalda el cosquilleo del Viernes, y en mi mente no hay espacio nada más que para ésto y para  jarras y jarras de cerveza fresca, empiezo a hacer planes como la lechera. Evoco picnics en el parque; vinos blancos en terrazas; atardeceres en paseos marítimos; cenas románticas para dos y verbenas de risas y gyn tonics con las supernennas y con los Foritos.

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Pero mis planes, como la jarra de leche de la protagonista del cuento, acaban desparramados en el suelo de la cocina cuando el de los 70″ me sorprende con la noticia (según él, me la recuerda) de que tiene un ensayo con una de las 2.320 orquestas con las que colabora, el Sábado por la mañana; que tocar en una boda el Sábado por la tarde y una ruta de bicicleta el Domingo por la mañana.

Eso sí, tenemos un Domingo por la tarde, entre las 6 y las 8.30, precioso para disfrutar en familia.

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Y si perciben cierto resquemor en estas líneas, han acertado de pleno, y es que el padre del leñador y una servidora coincidimos en esta vida solamente para pasarnos el testigo. Y yo que pensaba que esto de tener un amante violinista era de lo más arrebatador… Aún recuerdo la reacción de la Crack cuando le conté que me había enrollado con un músico…  Debió pensar que cada día sería algo parecido a ésto...

A esta tensión, que nos ha tenido entretenidos en los últimos meses, le hemos buscado un amortiguador: Hemos comprado un calendario imantado y lo hemos colocado en la puerta del frigorífico. En él vamos anotando nuestros quehaceres y obligaciones ineludibles (trabajo y más trabajo, visitas a médicos y las contadas veces en que me toca hacerme la cera) y también aquéllos pasatiempos que cada miembro desea hacer en soledad.

Su primera función es la obvia; nos sirve para plantear estrategias, desarrollar proyectos, diseñar operativas….

El segundo, al que el de los 70, hasta que este post se publique (si lo publico) es completamente ajeno, tiene la finalidad de representar gráficamente a qué dedicamos el tiempo libre.

A final del mes voy a contar todas las bicicletas, los partidos de fútbol y los gimnasios que hay apuntados en cada mes y los voy a canjear por vales de tiempo disponibles para mí… Aunque lo cierto es que al final, los acumulo hasta que de viejos caducan, y no me sirven para las ofensivas frente a las carreras de mountain bike.

En cualquier caso, (OJO QUE VOY A DAR UN TIPS COMO UNA BLOGGERA DE VERDAD) lo cierto es que desde que hacemos uso de recursos organizativos, hemos reducido el nivel de conflictividad en casapatare. Saber de antemano los planes de tu consorte (o, vale, cariño, poder tenerlos anotados para recordarlos) sirve para no fantasear con fines de semana de puro ocio o, como acostumbro a hacer últimamente, para impugnarlos, sancionarlos, discutirlos y defenestrarlos.

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El último día del mes anotamos los compromisos laborales que se extralimitan de nuestras jornadas ordinarias; seguidamente citas en el médico y demás obligaciones que atender.

En los huecos que quedan libres para el de los 70´, en los que yo tengo que pringar como buena autónoma que se precie (él siempre tiene esta ventaja) suele fijar sus quehaceres con bastante libertad, mientras la lista de to does de nuestro hogar se empieza a parecer a mis exámenes de Derecho Civil de la Universidad.

Cierto es que el chico es prudente, y cuando me percibe al borde del histerismo, se reserva una mañana para llamar al carpintero, poner un cuadro y preparar una receta con la que hago como que se me olvidan todos los reproches que tengo almacenados.

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En los huecos que nos quedan libres a los dos, si el total de los computables da para al menos tres actividades, tratamos de hacer planes repartiendo los tiempos. Entre el 70% y el 80% del tiempo libre que tenemos intentamos pasarlo juntos, los tres, y dejamos un 10%-20%  para hacer algún plan «Child unfriendly» (ver una peli o salir a tomar una cerveza con amigos o familia). Al final del todo, en los 14 minutos y 30 segundos que restan, si se tercia, es posible que mamá pueda ojear una revista, salir comprarse unos zapatos o actualizar el blog.

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