Mi hermana es una blogger.
Pero no es de ahora, no, es de siempre. Desde que nació es una blogger.
Mi hermana consigue la estética en todos sus gestos.
Mi hermana me ha causado una envidia espantosa a lo largo de los años. Gracias a Dios a día de hoy bien llevada envidia, aunque no ha sido siempre así. Entre los 9 y los 15 años, envidia mal gestionada y de los 15 a los 18, envidia reprimida.
Pero ¿cómo no iba a sentir envidia?…
Mi hermana y yo empezábamos el curso escolar igual de entusiasmadas. Éramos así de pavas; nos gustaba estudiar, mucho. Bastantes humillaciones nos hemos llevado ya por esta condición nuestra de pavas. Si a ello le suman que éramos más bien gordas (para qué andarse con eufemismos) ya lo tienen: Bullying que lo llaman ahora.
Pero a lo que íbamos. Mi padre nos llevaba a la librería Piscis cuyo dueño regente, que en paz descanse, nos daba un poco de miedo porque hablaba muy rápido y nos miraba demasiado directamente a los ojos. Siempre queríamos ir con nuestro padre porque él no se resistía a nuestros encantos y, especialmente, a la capacidad persuasiva de mi hermana.
Comprábamos material escolar con la misma alegría con la que ahora compramos zapatos o posavasos de zara home: Gomas para borrar, possit varios, pilots, bolígrafos, fixo, grapadora, taladradora, quitagrapas, reglas, escuadras, compases, calculadoras, libretas, carpetas, archivadores con plásticos separadores de colores, rotuladores…
Cuando llegábamos a casa con todo nuestro arsenal, nos íbamos a nuestro cuarto a preparar las mochilas del día siguiente. Al cabo de un rato en el que me había quedado absolutamente «ennortada» mientras leía el capítulo del libro de historia que narraba «La Toma de la Bastilla», levantaba la mirada y espiaba de reojo lo que estaba haciendo mi hermana:
Mierda! La muy blogger había puesto título a cada una de sus libretas; y no de cualquier modo. Cada libreta asignada a una asignatura; con el nombre de la materia escrito con letra redonda y preciosa en rotulador, y su nombre, curso y teléfono en el margen izquierdo del folio.
Juro que intenté copiarla; pero nunca me salía. Las mayúsculas del título se me torcían y siempre cometía algún error en el número de teléfono que me obligaba a tachar (aún no estaba de moda el típex y suponía un esfuerzo inmerecido arrancar la hoja y tratar de hacer una nueva).
A mitad de curso el pupitre de mi hermana parecía el escaparate de una tienda de golosinas: Las ceras con las ceras, los bolígrafos en un lapicero; los rotuladores en el estuche de Sailor Moon…
El mío era un completo desastre: De lo que habíamos comprado me quedaban un bic negro que había perdido el «tapaculo»; un lápiz del 0.2 con restos de chicle que se pegaba a los dedos y una goma MILAN que llevaba dos cruces pintadas a ambas caras y una punta de lápiz incrustada. Todo en el mismo estuche, compartiendo espacio con las birutas de sacar punta a los lápices de colores (en paradero desconocido) y con algunos envoltorios de chupa chups.
Los años no suavizaron este antagonismo. En el instituto mi hermana tenía libros y cuadernos pulcros y flamantes y los míos eran prueba escrita de todos mis flirteos adolescentes (que si Raquel y Fulanico; Raquel y Menganico…). Los corazones se superponían a letras de canciones de Green Day y Marilyn Manson y algunos eran atravesados por garabatos que representaban símbolos fálicos.
Un poco después llegaron las gurús del maquillaje y, con ellas, la perdición para nuestras maltrechas economías. Cómo no caer rendida ante los packaging de Boby Brown o Benefit?? Esas cajitas de brillo labial; las paletas de sombras en tonos ocre… Todo muy bonito hasta una semana después de abierto. A partir de ese momento, no había forma de coger el rímel sin que algún pegote negro acabara en mi camisa; cada envase o recipiente terminaba embadurnado por su propio contenido y por el de los tarros adyacentes, y hubiera podido pintarme los ojos con solo pasar el dedo por las esquinas del cajón donde desparramo las sombras.
Pero mi hermana… Dios mío mi hermana!! Lo suyo parece un santuario al corrector y al colorete. Hasta los maquillajes fluidos están en sus cajas!! Todo cuidadosamente colocado en cestos de mimbre o de tela, como recién comprado. Clasificados por categorías y géneros; dispuestos por colores y tamaños…Es un deleite a los ojos; un disfrute sensorial como cuando, después de sortear montones de ropa en las quintas rebajas de Mango, emerge en el lado norte de la tienda la nueva temporada. Toda ordenada, combinada; irresistible.
Por no hablar de sus agendas, horarios y planificaciones… Vergüenza me da sacar mi agenda promocional de Feas Farma delante de ella… Y no es que una peque de demasiado amor propio, es que… Vean,vean:
Mi hermana ha nacido para repartir «típs» por el mundo; para tomar «snacks» a media mañana frente a un ordenador con teclado fosforito y hacer tableros de inspiración con fotos y recortes y colocarlos sobre el escritorio.
Por lo que a mi respecta; me conformo con no olvidarme de recoger al leñador de la guarde… Por cierto; que me voy ya… Y además tengo que pasar a comprarle leche.
Yo no se, si se muy bien que es una blogger, pero si, a tu hermana le queda la palabra que ni pintada.Sabía llorar a pesar de que nadie le había pegado y le caracteriza esa fría calculadora que tiene por cabeza y esa listeza para cogerme por el brazo en Madrid y hacerme pasear junto a tu Padre por la calle preciados y repetirme mil veces, eso si muy sutilmente, que necesitaba unas botas nuevas y unos vaqueros y ………….sin embargo tu, ahí tu, esa inteligencia desordenada, que siempre querías y soñabas con defender causas perdidas y no por eso algunas veces menos justas,pero ordenarse tu inteligencia y aterrizaste de morros en el mundo real y ahora sigues hacia adelante sin descanso.
Un beso grandote.
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